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Te invitamos a conocer algunas de las obras de la arquitectura
Entre los núcleos urbanos más poblados de América Latina y el mundo, la Ciudad de México ofrece una particular diversidad cultural que se evidencia tanto en sus tradiciones como en su arquitectura. La ciudad global es el principal centro turístico, educativo, cultural, económico y político de México, por lo que se presenta como uno de los mejores panoramas para el encuentro social de la variedad de sus habitantes y de los turistas que recibe.
También, como uno de los epicentros de la arquitectura moderna. La capital mexicana es sobre todo una ciudad de contrastes, donde conviven monstruos de cemento armado con obras arquitectónicas hermosas, equilibradas y funcionales.
No sólo se trata de un patrimonio nacional y de cultura popular que lidera la estética en la urbanidad; también es un espejo de los fenómenos sociales, culturales y tecnológicos que obligan a las grandes urbes a evolucionar sus ideas.
Entender la arquitectura de las ciudades es apreciar y conocer su grandeza histórica como nación. No sólo se trata de un patrimonio nacional y de cultura popular que lidera la estética en la urbanidad; también es un espejo de los fenómenos sociales, culturales y tecnológicos que obligan a las grandes urbes a evolucionar sus ideas
La ciudad de México, cumbre de la mayor cantidad de diseños arquitectónicos que se consideran Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO, germina en el ámbito del diseño público en la época porfirista, cuando el general Díaz decide lanzar al país hacia la modernidad de primer mundo mediante las construcciones imponentes del gran Palacio de Bellas Artes, el Palacio Postal, el de Comunicaciones y el nuevo Teatro Nacional. Estos diseños realizados por mentes foráneas le otorgaron una visión del siglo XX europeo al México que apenas sujetaba las riendas de su nueva identidad.
Así como hay museos para los amantes de la historia, los fans del arte contemporáneo y los espacios raros, existen recintos que dedican sus contenidos para redescubrir la arquitectura o darle la vuelta a la importancia de los objetos, en el que el diseño cumple una función trascendental.
PRINCIPALES ATRACTIVOS ARQUITECTÓNICOS
TORRE LATINOAMERICANA
La Torre Latinoamericana quedó finalizada a principios de 1956, siendo inaugurada oficialmente el 30 de abril del mismo año, y es así como la compañía se mudó a La Torre, en los pisos 4º al 8º. El resto del espacio de oficinas en la torre se ofrecía en alquiler. Al momento de su terminación La Torre Latinoamericana era el edificio más alto de Latinoamérica. Su mirador público, ubicado en el piso 44 ofrece a la gente la mejor vista de la ciudad.
La Torre Latinoamericana es un rascacielos ubicada en la esquina que forman las calles de Francisco I. Madero y Eje central en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Su ubicación céntrica, su altura (181.33 metros, si se incluye la antena, con 44 pisos) y su historia la han convertido en uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México,
Fue el edificio más alto de la ciudad de México desde su construcción en 1956 hasta 1972, obtuvo el record del rascacielos más alto del mundo fuera de Estados Unidos y por lo tanto de América Latina. Además se inauguró como el primer y más grande edificio con fachada de cristal y aluminio, siendo también el único rascacielos en todo el mundo en estar en una zona sísmica lo cual sirvió de ejemplo para la cimentación y construcción de futuros edificios en el mundo. Entre los planes futuros para La Torre se incluye el remozamiento de la fachada con materiales modernos, manteniendo el diseño y aspecto original; ya que La Torre se considera un inmueble con valor artístico y por ley el aspecto de la fachada no puede alterarse. No es el rascacielos más alto de la Ciudad de México, pero si uno de los más prestigiosos por ser el primero en el mundo en construirse en una zona sísmica y por ser un icono de la ciudad debido a su historia.
La Torre Latinoamericana ganó prestigio a nivel mundial cuando resistió un fuerte terremoto el 28 de Julio de 1957, gracias a su construcción con estructura de acero y pilotes profundos, Esta hazaña le obtuvo un reconocimiento al recibir el premio del American Institute of Steel Construction (Instituto Americano de la Construcción de Acero), por ser el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica, como atestiguan inscripciones en sendas placas en el vestíbulo y mirador del edificio. Sin embargo, su prueba más dura vino durante el terremoto del 19 de Septiembre de 1985, en donde La Torre resistió sin problemas un registro máximo de 8.1 grados en la escala de Richter, cuya duración aproximada fue de poco más de 2 minutos y el 13 de Abril del 2007 soportó un temblor de 6.3 grados en la escala de Richter. Actualmente se le considera uno de los edificios más seguros de la ciudad y del mundo a pesar de su ubicación.
Además de vivir esta experiencia puedes disfrutar de la mejor vista de la ciudad con una comida que la acompañe en Miralto
Tiene otros atractivo como: Gran Café de la Gran Ciudad: En el piso 9 de la Torre Latinoamericana podrás encontrar una de las vistas más afortunadas para admirar la Alameda Central. Se trata de una cafetería cuya vista permite contemplar el Palacio de Bellas Artes y la zona norte de la Ciudad de México.
Uno de los lugares favoritos de los viajeros es el mirador de la Latino, el cual se encuentra en la azotea del edificio. Desde este punto se puede observar cualquier ángulo de la ciudad, por lo cual es una excelente oportunidad para tomar fotos panorámicas.
En el piso 36 encontrarás este recinto cultural dedicado a los primeros cien años del México independiente: desde la Nueva España hasta antes de la Independencia y hasta el inicio de la Revolución. En este museo de sitio podrás conocer la historia del predio donde se construyó la Torre Latinoamericana. Asimismo, se cuenta la historia de otros monumentos históricos.
PALACIO POSTAL
El Palacio Postal de la Ciudad de México es uno de los edificios más importantes del país, el cual fue diseñado por el arquitecto Adamo Boari, el mismo que construyó el Palacio de Bellas Artes. El lugar lo ocupaba en antiguo Hospital de Terceros de San Francisco. En total son 3,730 metros cuadrados y uno de los elementos más importantes de su decoración, son las escaleras centrales. El Palacio Postal es también conocido como La Quinta Casa de Correos, ya que la institución ocupó antes cuatro inmuebles ubicados en las calles Del Parque, Santa Teresa, San Francisco y Moneda, en el centro de la Ciudad de México. El edificio de consta de cuatro niveles. Sus cinco fachadas están revestidas con cantera de Chiluca finamente labrada y en ellas sobresalen las gárgolas, farolas y el reloj monumental de manufactura alemana que fue ensamblado en nuestro país y se encuentra ubicada en Calle de Tacuba 1, Centro Histórico de la Cdad. de México, Centro, Cuauhtémoc, 06000 Ciudad de México, CDMX
En el interior destacan, la señorial escalinata del recibidor realizada con mármoles mexicanos y herrería de bronce trabajada por la Fondería Pignone de Florencia, que también realizó los detalles de los pórticos y ventanillas. En el Palacio Postal se encuentran los frescos pintados por Bartolomé Gallotti, en la sala que lleva su nombre. Además, en su interior, destaca la Biblioteca Postal que resguarda documentos que permiten conocer la historia del Correo en nuestro país, desde el establecimiento del Oficio de Correo Mayor en 1580. En la torre principal de la construcción se encuentra el reloj monumental importado de Alemania y ensamblado en México, que mezcla mecanismos de cuerda con aparatos eléctricos y transmisiones hidráulicas con poleas, contrapesos y cables, así como un carrillón de seis campanas.
Lo primero que hay que visitar del Palacio Postal es su fachada de cantera de Chiluca que invita a todos los viajeros a tomar imágenes desde su exterior. En la entrada principal, conocida como pan coupé, hay un elegante alfíz mudejar que representa el espíritu de sacrificios y a los que trabajan en silencio por los demás. Dicha entrada también está rematada por un reloj alemán que por el momento se encuentra en reparación. Una vez adentro sorprende la belleza del mármol de portoro italiano y la herrería de bronce, que decora las ventanillas en las que aún se manda el correo. Si caminas un poco hacia la parte central del edificio, te encontrarás con las escaleras y el elevador, que es uno de los tres primeros que se instalaron en la Ciudad de México.
Una vez adentro sorprende la belleza del mármol de portoro italiano y la herrería de bronce, que decora las ventanillas en las que aún se manda el correo. Si caminas un poco hacia la parte central del edificio, te encontrarás con las escaleras y el elevador, que es uno de los tres primeros que se instalaron en la Ciudad de México. Este espacio te lleva al Patio de los Carteros en donde te recomendamos pararte en el centro y mirar hacia arriba para apreciar el domo de cristal, el cual tenía como función brindar de luz natural a los trabajadores durante la época que este lugar no tuvo luz eléctrica. Aunque debes de saber que también este palacio fue de los primeros edificios en el país en contar con este servicio.
La siguiente parada será justo debajo de las brillantes escaleras de bronce, nuevamente mira hacia arriba, puedes notar la combinación de estilos arquitectónicos que tiene el lugar, por lo que este sitio es calificado como ecléctico, puedes admirar desde ahí el estilo plateresco y el gótico flamígero. aquí conocimos la sala de recepciones, Bartolomé Galloti, lugar que se conserva en poco más del 90% con sus piezas originales y donde se pueden ver pinturas de este artista italiano cuya temática es de niños y adolescentes que leen, escriben, reciben y envían cartas. Los cuadros cuentan con fondos de laminillas hechas de oro fino de 24 quilates y son unas obras de las que vale la pena mirar sus detalles. El dato curioso de este lugar es que se dice que en esta sala Porfirio Díaz se reunió a tomar café con su comitiva poco antes de la inauguración del lugar.
Sala de muestra: Bartolomé Gallotti, la cual era la sala de juntas de la Administración General de Correos. Se pueden apreciar pisos de parqué y frescos realizados por el pintor italiano Bartolomé Galloti, mismos que conservan su originalidad y belleza. Salón Oval, oficina que ocupaba el Director de Correos. Es la única oficina con terminaciones circulares, debido a que reposa sobre el pan-coupé; se pueden observar objetos de época que conforman el Acervo Histórico del Servicio Postal Mexicano, los cuales ambientan la oficina y permiten a los visitantes regresar en el tiempo al año de 1947.
Las salas 1 y 2, dedicadas al Palacio Postal, se encuentran planos y documentos que narran el diseño, construcción, inauguración, ocupación y restauración del recinto, así como fotografías y libros de la época. Sala 3 denominada de los Paynani al Correo Mayor, se relata quiénes eran los Paynani y su importante labor, así como un breve acercamiento a la instauración de la corona española y el manejo del servicio postal. Sala 4 Siglo XVII a XX, se exhiben documentos y objetos que narran el auge del correo en nuestro país, sus cambios más importantes como las Rutas Marítimas, la Estafeta de Xiquilpan, la creación de la Unión Postal Universal y las herramientas de trabajo de los empleados postales del siglo XX. Sala 5, El Cartero, muestra una pichonera, sacas y una motocicleta de manufactura mexicana. Sala 6: Acervo y Filatelia, se exponen documentos y estampillas que conforman el acervo histórico y cultural del organismo.
Después de este viaje, regresamos a la planta baja del edificio y descubrimos la exposición permanente que se encuentra en el sitio en donde antiguamente estaban las mesas en las que se tenía la tradición de escribir las cartas, darles los últimos retoques o solo ponerles las estampillas antes de enviarlas, aquí encontramos actualmente, buzones antiguos, fotografías, uniformes y otro cuadro de González Magaña con el Escudo Nacional. Este edificio vale la pena visitarlo, fotografiarlo y conocer su historia. Sin duda este palacio dorado es uno de los iconos de la ciudad.
GRAN HOTEL DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Existen lugares que todo capitalino siempre quiere presumir cuando lo visita algún amigo foráneo o extranjero. Espacios que, aunque nunca hayamos cruzado sus puertas, vale bien la pena detenerse a admirar por su belleza. Uno de esos sitios es el El Gran Hotel de la Ciudad de México, localizado en la avenida 16 de Septiembre, prácticamente frente al Zócalo. El espacio que hoy ocupa el Gran Hotel de la Ciudad de México perteneció al conquistador español Rodrigo de Albornoz, un personaje que posteriormente ocuparía diversos cargos políticos en ausencia de Hernán Cortés. De acuerdo con los registros, hacia 1526, es decir, apenas cuatro años después de la caída de Tenochtitlan, De Albornoz construyó su casa en este terreno. Lo cual demuestra su importancia, pues se ubicaba en pleno corazón de la nueva capital novohispana. Con el paso del tiempo, los portales de la gran casona del español dieron abrigo a diversos comercios, entre ellos un establecimiento dirigido por los frailes agustinos: una especie de premonición de lo que pasaría años más tarde con el predio.
Más de 300 años después, en 1895, los portales fueron demolidos para dar paso a lo que sería el primer centro comercial de la Ciudad de México, un concepto recién llegado a nuestro país de la mano del francés Sébastien Robert. Bajo el nombre de Centro Mercantil, el nuevo complejo fue terminado en 1899, y el corte del cordón inaugural corrió a cargo del entonces presidente Porfirio Díaz. En este flamante lugar se podía enviar telegramas y hacer llamadas telefónicas. También adquirir joyas, prendas, artículos de lujo y los primeros electrodomésticos, todo llegado de Europa pero sobre todo de Francia. Lo que también llegó del país de la baguette y el croissant fue el estilo decorativo del edificio. El art nouveau, corriente artística de la cual el Centro Mercantil fue uno de sus primeros exponentes en la capital. Así, para rematar los lujosos decorados de este “mall porfiriano”, los dueños encargaron al artista Jacques Grüber la fabricación de una vidriera de colorido vidrio Tiffany para el techo. Esta fue terminada en 1908 y aún se conserva 114 años después.
El Centro Mercantil dejó de existir en 1958, pero 10 años más tarde, en 1968, el bello edificio que le dio cabida se transformó en un hotel Howard Johnson, justo a tiempo para el inicio de los Juegos Olímpicos de México 68. Tal fue la fama de esta propiedad que en ella se hospedaron personalidades como Cantinflas o María Félix. Finalmente, tras una intensa remodelación y renovación llevada a cabo entre 2003 y 2005, el recinto adquirió nueva vida e identidad bajo el nombre oficial de Gran Hotel de la Ciudad de México. Entre las modificaciones que más destacan está la reducción de sus habitaciones a solo 60 (para ofrecer un mejor servicio). También la mejora de su terraza, uno de los mejores spots para comer y beber mientras se admira la inmensidad del Zócalo, el Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana.